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3 estupideces que salen caras

A lo largo de mi vida he hecho muchas estupideces.

Muchísimas.

Enviar mensajes en un momento de arrebato, fugarme a Barcelona con 16 años, dejar que me llevara a casa gente con copas de más, salir con alguien por aburrimiento, dejar las ventanillas del coche bajadas durante 3 días, tirar la cucharilla a la basura y el yogur vacío al fregadero…

Estupideces.

Unas graciosas, otras peligrosas.

Algunas me han enseñado cosas.

Otras… Pues no.

Seguro que tiro alguna cucharilla más.

Se escucha mucho eso de que hay que equivocarse para aprender, pero no estoy del todo de acuerdo.

También se puede aprender de las estupideces de los demás.

Por ejemplo, algo que aprendí de las estupideces ajenas, es que si no vendes algo, bajarle el precio no es una buena idea.

Rara vez esto funciona, porque rara vez el problema es el precio, si no la percepción que tiene la gente del valor de esa cosa.

Así que bajar el precio confirman lo que ya sospechaban, que no valía tanto.

Y como no vale lo suficiente, no es bueno.

Y como no es bueno, no se compra.

Sin embrago, la gente sigue pensando que si algo no se vende, la solución es bajarle el precio.

Y eso es una estupidez.

Para aprender de las estupideces ajenas, hay que verlas y prestar atención.

El martes que viene, en la membresía te cuento dos estupideces de otros a la hora de aplicar el marketing a sus marcas.

Con la primera estupidez se perdieron miles de euros. Con la segunda se garantizaron cerrar el negocio.

Te las cuento para que aprendas de ellas.

No para que las imites.

Aunque si prefieres usar el marketing en tu contra, no hagas clic debajo:

>> enlace

Lorena S.

PD: Arriba te cuento.