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El truco del vendedor de café

En uno de los múltiples trabajos que he tenido en mi vida, me tocó vender periódicos.

No al estilo de las pelis americanas, que va el niño en la bici repartiendo periódicos de casa en casa.

Que va.

Esto tenía poco que ver.

Estaba en un quiosco en pleno mes de… Bueno, no recuerdo el mes.

Pero los -2ºC que había en la calle aquella mañana sí los recuerdo.

Era domingo.

Me tocaba vender el dominical, más caro y con más basura que un día normal.

En un barrio donde los únicos que estaban en pie eran los que aún no se habían acostado y que venían al quiosco a por algo de beber.

Mi reclamo para que me compraran eran unas pulseras de hilo mal hechas que un día se puso Sara Carbonero y de repente empezaron a venderse en todos lados.

Comencé tratando de vender dentro del quiosco (era grande).

Persona que entraba, persona a la que me acercaba a decirle que solo por estar allí aquellas horas podía llevarse unas magníficas pulseras de Sara. Por solo 12€. Oferta especial.

La cara de la gente era un poema.

Uno me dijo «Pero si esto lo hace mi sobrina de 5 años y con más arte».

Seguro que tenía razón.

La dueña del quiosco, pasada una hora en la que vendí solo un par de periódicos, me empezó a mirar con recelo.

-Creo que es mejor que te pongas fuera a atraer a la gente de la calle.

-Yo creo que no. No hay nadie.

-Pues a los que pasen, les dices que entren.

Plan maestro.

Si la gente del quiosco me miraba raro, los de fuera metían la mano en el bolsillo o agarraban el bolso como si les fuera a robar.

No les culpo.

¿Qué clase de desquiciada está vendiendo en la calle un domingo temprano a -2ºC?

Pues yo.

Con el tiempo entendí porque no funcionaba este tipo de marketing de venta directa.

Esto funciona cuando…

Bueno, te lo cuento en la membresía el martes.

Y el truco de un vendedor puerta a puerta de los años 20 para que las amas de casa le compraran café.

Eso y cómo puedes aplicarlo en tu negocio en los nuevos años 20 para vender lo que sea.

El martes, aquí:

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Lorena S.

PD: Es tan simple que lo pasamos por alto.