La de la autofoto soy yo.
En uno de lo mejores trabajos que he tenido, si no el mejor. Todo el día a mi aire y rodeada de cosas verdes y azules. Que son los mejores colores que pueden tener las cosas que te rodean.
Sin embargo lo dejé.
No porque sea idiota, o quizás sí. Pero descubrí que se me daba bastante bien pensar.
¡Qué tontería! ¿No? Si todos sabemos hacer eso…
Bueno, depende de que lo que tengamos que pensar.
El caso es que a mi me mola pensar en negocios que hacen las cosas bien.
Soy estratega y me dedico a hacer que las empresas con valores sean rentables.
Así de simple.
Lo de impresionarte…
Aquí debería venir una serie de méritos que te impresionen, mis títulos, las miles cosas que he hecho o no he hecho. Lo que sea que pueda sacarte un “wow!”.
Pero de verdad que eso es tremendamente aburrido.
Si aún así necesitas ver este tipo de cosas, puedes echar un vistazo a mi Linkedin, que puede que te impresione o puede que no.
Después de eso, unos cuantos testimonios de las miles de personas a las que he ayudado (o no).
De verdad, no te fíes de los testimonios. Y menos de los que vienen a continuación.
“Lorena es la emprendedora del año” según For-bes.
“Es lista y tiene mucha voluntad”. Mi madre.
“Siempre saludaba”. El vecino de al lado.
Ahora que me he ganado tu confianza, déjame que te cuente algo sobre ti…
Lo primero es que si no has cerrado esta página llamándome gilipollas es que estás mal.
Lo segundo es que si sigues leyendo esto seguro que tiene algo que ver con que no soportas a los gurús cambiavidas tanto como yo.
Y eso es bueno, signo de materia gris.
Lo de la historia de superación…
Todo emprendedor que se precie tiene una y hay que contarla porque es algo que nos ayuda a empatizar.
Verás, un día hablaba con una amiga muy amiga, de esas que les cuentas todo, de que yo lo estaba pasando realmente mal.
Nos tomábamos algo en una terraza, con el calorcito del verano, niños correteando alrededor ajenos a todos los problemas de los adultos.
Porque ya se sabe que ser adulto es un problema constante.
Volviendo a la conversación, mi amiga me miraba con cara de preocupación:
- Pero si has pasado por cosas peores…
- Ese es el problema, que después de todo, ahora las cosas van bien. No tiene sentido. ¿Será la crisis de los 30?
Siempre tenemos alguna crisis y está bien echarle la culpa de todo. Mientras sea culpa de ella no es culpa nuestra.
Así que empecé a leer sobre la crisis de los 30 y de los 40 y de los 50. Que no me quedase ninguna crisis sin conocer.
Si iba a pasar por ellas, mejor saber bien todo de esas cabronas.
Mira, no sé si estaba pasando la crisis de los 30, me asustaban que las cosas fuesen bien o estaba teniendo premoniciones de que se acercaba una pandemia.
Pero cuando comencé a montar esta web y a escribir sin filtros y sin chorradas sobre lo de hacer rentables los negocios que merecen la pena, se me pasó la tontería.
Muchas de esas cosas de las que sé y de las que escribo, solo las cuento a la gente que se suscribe. Si no te gusta, pues te das de baja y ya está, eres libre.
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