fbpx

Sueños de adolescente

Este es uno de los emails importantes. Te cuento dos cosas a las que debes prestar mucha atención porque son importantes de verdad.

Cuando tenía 16 años tenía una especie de sueño.

No me interesaba prácticamente nada.

Bueno, yo misma me interesaba bastante. Lo demás me daba bastante igual.

Como cualquier adolescente.

De vez en cuando soñaba con que me hacía con mucho dinero y me compraba toda la ropa del universo.

Me imaginaba con un montón de bolsas llenas de ropa nueva que me sentaba genial y era la envidia de todas mis amigas.

Ya ves, sueños húmedos de adolescente.

Por suerte se me pasó la tontería.

Pero de esa época había una cosa curiosa.

Con todo lo que me gustaría nadar en un mar de ropa y ahogarme en ella si hiciese falta, está claro que el momento previo a la compra me encantaba también.

Solo ir a las tiendas ya me daba un buen chute de dopamina.

Probarme cosas.

Buscar.

Incluso disfrutaba la cola, con mis nuevas posesiones en la mano.

Pero si en mi ritual de compra venía alguien a interrumpirme con un «¿puedo ayudarte?» camuflando su intención de venderme me molestaba mucho.

Me molestaba tanto que era capaz de dejar lo que iba a pagar y marcharme.

¿Por qué?

Pues por la misma razón por la que no soportamos que nos llamen las compañías telefónicas, o por la misma que nos cambiamos de acera si vemos a alguien repartiendo folletos.

Nos gusta comprar, pero no nos gusta que nos vendan.

Entonces, ¿tenemos que fingir que no vendemos?

Que va, eso se nota todavía más.

Pero hay una forma de conseguir ventas sin que huyan de ti como si fueras un testigo de Jehová y sin usar frases hechas de niños de preescolar.

Se trata de dar.

¿El qué?

Eso ya es información de pago. Y para pagar es por aquí:

>> suscribe now (o no)

Lorena S.

PD: ¿Aún leyendo esto? La información está en el enlace y lo sabes.