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La cuadrilla de la muerte no vende

Hoy me estaba acordando de uno de esos días en los que sales a tomarte algo a las 6 de la tarde para volver pronto a cenar.

Y cuando te quieres dar cuenta, estás volviendo a casa 12 horas después.

Como un jinete del Apocalipsis que ha perdido el caballo y a sus tres compañeros. 

Y casi mejor haberlos perdido, porque esa imagen de la cuadrilla de la muerte no le hacía ningún favor a nadie.

En tu lento caminar vas pensando si ha merecido la pena, porque en estos momentos resultaría más fácil arrastrarse que echar un pie delante del otro. 

Se dibuja una sonrisa de medio lado en tu cara. 

Claro que ha merecido la pena.

Aunque unas horas después estés muriendo en el sofá jurando por tu vida que no se va a volver a repetir. 

Seguro que te viene a la mente algún plan improvisado de estos y una parte de ti vendería dos meses de vida aburrida por un día así. 

Pero te voy a decir a una cosa. 

Es tan especial porque se hace muy de vez en cuando, pero no querrías vivir todos los días así. 

Entonces, ¿por qué alguna gente se empeña en ir haciendo planes improvisados en sus negocios?

No quiere decir que alguna vez de rebote algo les salga bien. Pero en general, si se estuviese sorteando fracaso, estarían comprando todas las papeletas posibles. 

La improvisación no es buena para los negocios. 

La planificación y la estrategia, sí. 

Y de cómo hacer la tuya para que tu marca o empresa no se levante con resaca a diario, hablo aquí: 

Membresía para negocios con valores (y sin resaca)

Lorena S.