fbpx

Cambiar de talla puede alterar tu negocio

Verás. 

Empezar un negocio se me parece bastante a empezar una dieta. 

Comienzas con toda la energía, pensando en que te vas a comer el mundo. 

Bueno, con la dieta empiezas pensando que vas a dejar de comerte el mundo. 

Todo son buenas intenciones, mucha ilusión. 

Por fin vas a lograr lo que siempre has querido y no lo va a impedir ni una maldita pandemia. 

Y va en serio. 

Por supuesto que va en serio. 

Entonces comienzas a enfrentarte al día a día. 

Todo va bien, respetas tus valores.

Nadie te va a mover de tu sitio y tienes la vista fija en tu objetivo como un guepardo en su presa. 

A medida que pasan los días y la báscula no muestra cambios y tu negocio no acaba de ser rentable, el ánimo decae un poco. 

Pero tú, que tienes una voluntad de hierro, te mantienes. 

Entonces se junta el hambre con la bajona que te ha dado porque se te estropeado el microondas, y has perdido un billete de 20, y te han dicho que no sacan nueva temporada de tu serie, y además has esperado mil horas en la cola del banco porque te han cobrado una comisión, y se te ha colado una señora, y que este calor es insoportable y así no hay quien trabaje… 

Ya sabes, esas mierdas diarias.

Así que no va a pasar nada por comerte un poco de chocolate. 

No va a pasar nada porque aceptes a ese cliente que no juraste no aceptar, porque hay que pagar las facturas. 

O no pasa nada porque te pongas a vender en Amazon a pesar de que tienes pesadillas con Bezos noche si y noche también. 

El caso es que estás faltando a tus valores, pero no pasa nada, es solo una vez. 

Pero, ¡ay colega! 

Esto es como dejar de fumar. Por un pitillo no pasa nada hasta que pasa. 

Y de repente no has perdido una talla, has ganado dos. 

Y de pronto tienes un negocio que no es como tu querías, es lo contrario. Gastas tu tiempo en algo que no te gusta como va. 

Y esto genera angustia. 

Pero lo vas a corregir. Es solo ahora hasta que la cosa arranque. 

Te voy a decir la verdad. 

Esto es muy común. Y una vez que te metes en ello, es como arenas movedizas, cuesta salir. Y cuanto más tiempo así, más cuesta.

Pero se puede. 

Para salir de las arenas movedizas hace falta la cabeza fría, dejar de moverte y algo a lo que agarrarte. 

Cabeza fría para pensar. 

Dejar de dar tumbos. 

Y agarrarte a una estrategia. 


Estrategia para negocios con valores

 Lorena S.